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Tulio Mora, Hora Zero, y la simulación de la máscara

Publicado: 2009-09-09

por Oscar Málaga En la vida no hay azar, sólo un orden ineludible organizado por nuestras pasiones. Conozco a Tulio antes de que las calles de Lima recuperaran su alma y su frenesí en cada verso, en cada silencio que se escribió en la poesía de HORA ZERO, mucho antes de que en las tierras de la ciudad universitaria sucediera ese maravillosos encuentro inesperado de una generación que se llamó Estación Reunida. Conozco a Tulio desde antes de esos acontecimientos. Éramos dos novísimos estudiantes que ingresamos a una universidad muy antigua, para descubrir poetas y hacer poesía. No sé por qué creíamos que en esa universidad, San Marcos, la poesía tenía destino. Aún ahora no sé si esto es verdad. Pero lo que sí descubrimos muy pronto fue que las musas y los héroes existían y que San Marcos estaba lleno de musas y poetas y de una generación que aspiraba a la heroicidad. Una poeta nos juntó. Ana María Mur nos presentó y nos mostró, rápidamente, sin temor alguno, sus poemas, nosotros desenfundamos los nuestros, y la fiesta de la poesía comenzó. Tulio llegaba muy bien armado, era un lector ordenado e insaciable de los clásicos, Ana María era vallejiana a muerte y yo, un admirador insensato de la poesía de Ginsberg, Corzo, etc. Y así fue como empezó nuestra amistad. Ahora, muchísimos años después, me es casi imposible creer lo que en verdad era nuestra vida cotidiana. Nos pasábamos días enteros hablando de poesía, mostrándonos nuestros poemas, porque la escritura era cosa de todos los días, y también cosa de todos los días era el descubrimiento de poetas nuevos, que nos emocionaban y por lo tanto no podíamos dejar de nombrarlos poetotas de la puta madre, así fueron celebrados Eliot, Trakl, Ovidio, Catulo, toda la poesía china, W. C. Williams, la poesía francesa, Martín Adán, J. E. Eielson, Pound, Levertov, Storni, y muchos más, muchísimos más, porque si algo nos caracterizó y nos diferenció desde esa época fue nuestra insaciable tarea de tratar de conocer la poesía que se hacía en el mundo. También fueron apareciendo nuevos amigos, cuya característica era que en lugar de entrar a clases se dirigían apresuradamente a la cafetería con algún libro bajo el brazo, y así fuimos creciendo, y el grupo de la cafetería pronto tomó por asalto algunos bares de Lima, como el honorable Mervill, hoy lamentablemente desaparecido, donde, además de haber una radiola llena de rock, la dueña nos reservaba cada noche una mesa para nosotros; nadie podía ocuparla, sólo nosotros y no importaba si consumiéramos o no, lo que importaba era que nunca dejáramos de hablar y de reír, y así en Tulio y yo y en algún otro amigo nacía la ilusión de viaje, de rodar en el camino, y, revisando mis papeles he encontrado una carta que me entrego el poeta J. G. Rose, dirigida al gran cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa, pidiéndole que a nuestro paso por Montevideo (según la carta estábamos dando la vuelta al mundo) nos aloje y nos trate como poetas. Ese viaje nunca lo hicimos, y el país se volvía día a día más denso, y la violencia del poder más cercana, más brutal, imposible de mantenerse al margen para un poeta de esos años, ya lo he dicho, eran épocas cuando se soñaba con la heroicidad, y ya para ese entonces éramos una multitud, y muy pronto cada uno de nosotros tomó su opción poética, cada cual inició su viaje personal, esa necesidad de partir, de surcar hacia delante sin preocuparse por el destino, por el puerto de llegada; ambos actuamos con gran honestidad, en general todos fueron honestos y leales con sus ideas, pero nuestra amistad siempre estuvo mas allá de esas opciones y mi admiración por Tulio, por su poesía, es, puedo decirlo sin temor, desde siempre. Y así vino Estación Reunida, con José Rosas y Elqui Burgos y Tulio Mora, y la cercanía de Rosina Valcárcel y luego Hora Zero que impulsan Tulio Mora y Jorge Pimentel y Juanito Ramírez Ruiz, y la vida fue creciendo, volviéndose más compleja, más densa, con mayores variables a resolver día a día, y pasaron los años, alguna vez estuvimos juntos bajo el cálido invierno de París, jamás nos cruzamos en México, donde Tulio estuvo un buen tiempo, donde frecuentó a los infrarrealistas, al buen poeta y mejor amigo, Mario Santiago, quien murió arrollado en una alucinante autopista mexicana, a quien cuando conocí en París, me dijo: «hola conozco a Tulio y te conozco a ti, los chismes, y a Roberto Bolaños, que se fue rápido pero nos dejó una obra clara y llena de ilusiones para seguir creyendo en la belleza de los días». Pero hoy nos reunimos no sólo para recordar, sino para celebrar, porque la poesía es celebración, y lo que hoy celebramos es la publicación de Simulación de la máscara. Y para tratar de acercarme a este hermoso libro, permítanme un pequeño paréntesis. El año 120 a. C. los chinos crearon el ministerio de Lírica y Música, de hecho el primer ministerio de cultura del mundo, su elección fue la de promover que la palabra estuviera íntimamente vinculada con la música, que retomara su vinculación con el rito, y también, con la fiesta. Es decir, en la época de mayor expansión de la cultura Han, mayoritaria en China, la palabra y la música se transforman en un determinante vínculo de identidad nacional. En la historia china veremos cómo casi ocho siglos después, con el advenimiento de la dinastía TANG, la poesía se convierte en obligación de funcionarios y, durante la dinastía siguiente, los SONG, la musicalización de poemas vuelve a ser un fuerte componente de la identidad cultural china. Tulio Mora, en un país donde la cultura sigue siendo tarea heroica, nos recupera para la poesía, en este libro que hoy celebramos, el vigor de un pueblo que se reivindica en su danza y que hace de la fiesta, de la música, de la comida, de la lealtad, del pecado, de la perseverancia, bastión de su identidad. Porque, como dice el poeta, no hay espacio para una sola belleza, y para escribir este libro él ha retornado a los paisajes de su infancia, a la luz franca y perfecta que ilumina los campos de nuestros valles serranos, ahí el poeta ha reencontrado su alma, en los pasos cansados de retornante que descienden del tren para ir a fundirse en la danza y participar en el rito fiesta que los crea. El libro Simulación de la máscara, está sellado por la intención de legitimar una geografía nueva de los deseos, cantos, manera que la ciudad o el orden o el canon no reconoce... o simplemente excluye. Pero Tulio Mora, en Simulación de la máscara, no se queda sólo en el dato antropológico, la visión «sociologizante», no, el poeta da un paso adelante y se funde con ese paisaje, con esa luz, esa geografía que nos ha descubierto, se funde en ella y retorna hacia nosotros los lectores y se convierte en un personaje en ese maravilloso poema «Religión del cuy». Tulio Mora sigue introduciéndonos a un mundo cercano pero a su vez lejano por acción de la historia, y nos enfrenta a conocer a un pueblo que vive mil años de exclusión y de olvido, pero también diez años de guerras inútiles, donde nunca hubo vencedores y todos, ellos y nosotros, nosotros y ellos, toda esta multitud deseosa de vivir que es el Perú, fuimos derrotados, salvajemente derrotados, salvajemente divididos, y es ahí de millares, la voz del dolor pero también de la celebración, de la reivindicación pero también de la fiesta, y el poeta, con el aliento de ser parte y parte de esa derrota masiva señala con la palabra y nombra a los culpables, no sólo a los históricos, sino también a los culpables de esta década corrupta y sangrienta de la modernidad del Perú. El poeta, con ironía, valor, agudeza y mucha poesía, denuncia y reconoce que los datos jamás están decididos. Simulación de la máscara, es, a mi entender, el trabajo poético más valioso de estos años donde el poeta no sólo amplía el espacio de la poesía y del quehacer poético, sino que además, uniendo la música con la palabra, nos da una señal de identidad.


Escrito por

Arturo Corcuera

Nació en 1935. Ha publicado, entre otros títulos, Noé delirante ((1963) , Primavera triunfante (1964), Las Sirenas y las estaciones (1976).


Publicado en

Revista de literatura y arte

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